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Historias Rockeras


Categoría: MAGAZINE | Fecha de Publicación: 12/7/2019 | Por: @luck_sky100 (Tipo Raro)

Yes Sir, I can boogie

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Una noche gala como cualquier otra, una cena formal a la cuál debo vestir impecable, sin una mancha en los zapatos, sin un cabello desarreglado, sin el moño chueco.

Mi esposa, al ser una de las hijas del gran Varón Hummderfall, debe verse impecable y perfecta, lástima que me arrastra a todos estos eventos de pudientes sólo para dar buena impression a los desconocidos amigos reales y aristócratas de su familia. La desventaja para mí, es que me reprimo emocionalmente, pero todo por la familia.

En nuestra mesa están las hermanas de ella, justo en el lugar donde me corresponde, da una vista hacia el otro lado del salón, algo que muchos dejarían pasar de importancia, pero sólo pude dejarme atrapar por otra mirada caída y de fatiga, con ojos azules, cabello rizado negro, como el fondo de la noche del primer día del verano, teníamos los mismos modelos de zapatos y al parecer, por su broche izquierdo, era zurdo.

Natalia me traía de un lado a otro, presentándome gente cercana a su padre, pero sin importancia para mí. Al día siguiente de la ceremonia, me saludarían y no recordaría ni su nombre, puesto o detalle característico de gala. Seguía perdido en mis pensamientos; en volver a casa para liberar y estrujar mis dedos en las teclas del piano de caoba libre de 10 libras, un modelo muy exquisito.

- Un gusto señor …- sólo escucho el saludo pero no reacciono.
- George, te están saludando- me dice mi esposa con un pequeño codazo para voltear a verla.
-Disculpe, me perdí en la pista- intenté usar la melodía como excusa.
-Le quería presentar a mi marido, él también trabaja en el banco…- la dama al hablar señala a su marido.

Subiendo la mirada, solo me pude percatarme de que era él. Tuvimos un reencuentro de miradas, pero ahora, las palabras nos aturdían el habla y nos hacían torpe en nuestro primer acercamiento.

-Hola, mucho gusto.
-Hola, mucho gusto- los dos nos interrumpimos con esta frase.
-Deberían conocerse mejor, ya sabes, sirve que Verónica y yo nos contamos todo al corriente.

Mi esposa se aleja con su mujer de él, pero ahora me siento como niño con temor, lo miro y no sé cómo iniciar la plática.
- ¿Quieres salir a quemar un puro?- me invita para cortar este hielo.

Afuera él da tema, y yo simplemente me dejo atrapar por sus palabras, quería conocer esta extraña sensación de escalofríos y conocer porque me intriga tanto su personalidad. No conté el tiempo, pero creo que ya había pasado algo muy largo, en cuanto llegó mi esposa, sonó otra danza, ahora algo más lenta y moderna.

“Mister
Your eyes are full of hesitation
Sure makes me wonder.
If you know what you're looking for.”

Ella me pide salir a la pista, volteé a verlo a él, para saber si podría encontrarlo, pero su mujer es invitada por el Varón (el padre de mi esposa), supongo que no debería dejarlo solo. Rechazo la mano de mi querida, y le aconsejo que debería agarrar al Ministro de Exteriores, ya que vino soltero a la ceremonia y sirve que haría una Buena relación para su padre.

Me acerco a él, ahora algo más crudo en mi verbo, simplemente estoy junto a él en otra silla, pero las palabras ya no fluyen, ni por su cuenta ni por mi parte.

- ¿Quieres bailar?- me propone firmemente.
-No me gusta bailar en público- intenté evitarlo con esta respuesta.
-Entonces vamos a donde no te dé pena.

“No Sir,
I don't feel very much like talking.
No, neither walking
You wanna know if I can dance.”

Pocas veces he permitido que alguien me tome por la cadera, entre hombres no es común, pero con él, solo soy permisivo. Sus brazos son fuertes y firmes, pero con una palma tan suave como una camisa recién planchada, con ese mismo calor lo sujeto.

-Entonces si sabes, solo que te da pena- me dice mientras me mira fijamente.
-Tú no eres alguien que se guarde la cordura, parece que te gusta exhibirte- intenté dar una respuesta no tan coqueta.
-Soy como tú, por eso estamos ocultos de los demás, porque sino no estaríamos haciéndolo.

Sólo sentí una fuerza corporal atrayéndome hacia él, aunque de la misma altura, su firmeza y pasión me doblegaron. Sus labios algo rotos y secos, pero su mandíbula ejercía un poder sobre humano, su lengua y la mía se unieron como dos cuerdas de puente, débiles a simple vista, pero luchaban para contraerse una hacia otra. Todo parecía cuento de hadas, un cuento demasiado homosexual y perturbador para que mi hija lo leyera.

Una copa de champagne nos interrumpe al ser tirada y romperse en partes sobre nuestro suelo, mi esposa y la mujer de él nos habían descubierto. Yo simplemente quedo petrificado, no podía reaccionar ante ellas, pero él muy firme se acerca a su mujer, la abraza por delante pero su reacción de ella es distinta, lo abofetea y se da la vuelta.

Él como buen hombre, la sigue, mientras que a mí, me dejó con un problema familiar.

“Yes Sir, I can boogie.
If you stay, you can't go wrong.
I can boogie, boogie boogie, all night long…”


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