Reseña del Otro 'Festival'
Por: Ángel Armando Castellanos 'Araña'
Pasamos tantas veces por ahí que le perdimos el significado. Normalizamos la tragedia que hace unos meses nos hizo llorar a la distancia o entre pedazos de concreto y cuerpos en descomposición. Nos acostumbramos, porque además, ¿quién llora de impotencia en un festival de música?
Álvaro Obregón #286, Colonia Roma. 14:00 horas. Corremos porque ya hay bandas que están a punto de iniciar su participación en el Festival Marvin y no hay manera de perdérnoslas. ¿Qué clase de fans seríamos si nos detuviéramos a media banqueta a algo más que a responder un whatsapp para avisar dónde estamos?
A la derecha, o en frente, da igual. Ahí están personas reclamando por un edificio que el 19 de septiembre se vino abajo y terminó con la vida de un montón de personas. Avisando que la emergencia no terminó porque hay damnificados todavía. Pero hoy no hay tiempo para eso. Hoy es el Festival Marvin y tenemos que celebrar.
¿Que qué vamos a celebrar? ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Somos milenials! Tenemos que vivir el momento. Ya ayudamos en los días posteriores a la tragedia. Ya fuimos al Oxxo o al Seven Eleven -nada de súper porque está bien pinche lejos- a comprar comida, papel de baño y demás cosas que se necesitaran. Ya se las regalamos. Ya levantamos trozos de concreto y nos tomamos una selfie con los ojos medio llorosos para gritarle al mundo que podremos ser héroes, pero no anónimos.
Ni siquiera nos cae el veinte de que es 19. No de septiembre, porque seguramente abrazaremos a quien vivió el '85 y nos sentiremos parte de su tragedia aunque estemos viviendo la nuestra. Es 19 de mayo, ¡bitch! Todavía falta tiempo para revivir a conciencia lo que vivimos. Hoy, si no eres damnificado o alguien MUY muy cercano lo es, tienes derecho a celebrar.
Y a las cuatro ya vamos con una cerveza en la mano. Pero guardamos respeto. No nos tomamos una selfie con una cámara frontal chingona. Tampoco saltamos al lado del cementerio. Simplemente no volteamos a ver. Es inconsciente. Nuestra naturaleza milenial que grita que hay que vivir en el acá y el ahora nos impide leer la protesta en las maderas blancas que sirven de barrera para no entrar al sitio de la muerte. Porque además, ¡qué buena peda la del fin pasado en El Imperial! Sí, ahí en frente de donde gritamos de impotencia.
A las 10 de la noche estamos tan cansados que ya no nos interesa nada más que cumplir con el trámite de tomarnos otra chela e ir a ver a la siguiente banda. Ahí sí, la fotito con los amigos y el check-in. Ya pasamos otra vez por Álvaro Obregón #286. Pero hoy no nos interesa. Vinimos a celebrar y ya terminó el celular y tenemos que pedir el Uber. ¿Dónde? A unos pasos del sitio que ignoramos toda la tarde.
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