En el Plaza - Reseña
Enemigo mío: han vencido a la policía del dark guapachoso. ¡Esos rufianes con micrófonos e instrumentos musicales se salieron con la suya! La pandilla se hace llamar San Pascualito Rey y el hecho se ha perpetrado en ese oscuro lugar: EL PLAZA.
Un santo que se cree monarca. ¿Dónde se había visto semejante cosa? Un ente capaz de convocar y enloquecer a las masas con pasión y locura. ¡Llamen al ejército del rock! ¡A los guardianes del bolero y a los defensores del ranchero puro! ¡Los necesitamos!
A esos malhechores blasfemos los comanda un tal Pascual. Vaya espectáculo. ¿Quién se atreve a salir al escenario armado con una guitarra acústica si tiene una banda? ¿Quién lo hace cuestionando un porqué en el amor? ¡Rebelde! ¡Atrevido! Y sus fans. Sus fans aplaudiendo y coreando preguntas. ¡Sucios rompe esquemas!
Lo acompañaron Juan y Alex. Los dos totalmente diferentes. Juan serio, temerario, usaba un bajo, el instrumento del mal. Alex con una, ¿peluca?, ¿era una peluca? Y alegre y divertido. ¿Dónde se había visto eso en el dark guapachoso? ¡Policia! ¡Policía! ¿Cómo es posible que te hayan vencido esos villanos?
Y encima, Enemigo mío, te lo restriegan en la cara con músicos que tocan metales: Los Trombotones. Virtuosos ellos, pero, ¿qué clase de dark guapachoso es ese?
¡Policía!
Luego se atreven a cantar canciones de dolor con sonrisas en la cara. ¿Acaso están acabando con la etiqueta que los puristas hemos colocado para diferenciar y marcar límites? ¡Malditos rockeros! ¡Que alguien nos ayude!
Cuando menos han sido respetuosos a la hora de pedir un baile en la oscuridad. ¡Sólo eso hubiera faltado! Entendieron el reglamento hasta el último disco. Y a pesar de ser un tema tranquilo ese tal Alex Otaola se movía con pasión. ¡Es el más anarquista de los cinco! ¡Cordura, por favor! ¡Cordura!
Cantaban que les ardía el pecho y Alex seguía bailando. ¿Por qué? Y el arreglo. ¿Cómo puede algo tan británico tener metales? ¿Qué querían tocar? ¿New York, New York? ¡Policía!
Por si eso fuera poco dejaron subir a una niña al escenario. Ese espacio es sagrado. Sólo para sus dueños y los invitados que vayan a tocar. Nunca una criatura debería compartir con rockstars. La van a pervertir, a volver igual de rebelde que ellos. ¡Ni ese canon respetaron!
Hasta cuando parecían seguir las reglas fallaron. Cantaron que todo los trajo hasta hoy con su baterista y su bajista en lugares cambiados. ¡Qué desorden!
Casi al final, Pascual se rodeó de las masas y bailaron juntos. ¿Cómo puede hacer algo así un rey que se siente santo? Ni sus propios mandamientos cumplieron.
Se despidieron y engañaron a todo el mundo. ¡Hasta foto del recuerdo se tomaron! Y todos creyeron que era momento de ir a casa a reflexionar. Y no. Volvieron a salir y explotaron aún más. Rompieron las reglas. Y sí, Enemigo mío, lo hicieron con maestría. Aceptemos la derrota de la policía del dark guapachoso. Aceptémosla con la misma dignidad con la que ellos la han combatido. Bandera blanca.
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