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Explotó el mundial en Sudáfrica. Los cuartos de final nos han dejado partidos vibrantes y llenos de emoción, de aquellos que se recuerdan por décadas.
Quizá la sorpresa más grande la dio Alemania al golear 4-0 a Argentina, pues se vislumbraba un choque más parejo. No obstante, el conjunto de Joachim Löw ya venía mostrando su poderío y lo reafirmo con un partido perfecto. A la ofensiva fue demoledor, Schweinsteiger, Özil, Podolski, Müller y Klose se encargaron de hacer pedazos a los cuatro centrales argentinos. Mientras que su aparato defensivo, comandado por el capitán Lahm, supo escalonarse para secar los ataques de Messi, Tévez y Di María.
La abultada derrota argentina tiene su explicación en que Maradona nunca pudo conformar un equipo equilibrado. Todos sabíamos que, hombre por hombre, su delantera era la mejor del mundo, pero dejaba muchas dudas en la conformación de su medio campo y su zona baja. Los encuentros anteriores (Nigeria, Corea del sur, Grecia y México) los sacaron adelante sin convencer a nadie, realmente no significaron un parámetro para este equipo. Fue hasta que se midió con una potencia como Alemania, que quedaron al descubierto todas las falencias del conjunto argentino.
Por lo que he visto, muchos periodistas argentinos critican a su seleccionado. Hablan de que, incluso antes de la goleada alemana, el equipo no venía funcionando como se esperaba. Mencionan que el sistema de Maradona se basaba en la explosión y la pegada, mas no en un juego de conjunto compacto y ordenado como el teutón. Más allá de reprochar la elección de jugadores y el sistema de juego, al periodista argentino (incluso al de perfil crítico) le cuesta mucho ponerse en contra del símbolo de su futbol: Diego Armando Maradona.
No creo que Maradona sea el mayor culpable de este fracaso albiceleste, sino quien lo puso en ese puesto: Julio Grondona. El mandamás del futbol argentino debía saber que Maradona no estaba capacitado para dirigir a la selección, que, aunque representa mucho para el jugador argentino, no aporta mucho más que motivación y manejo de grupo.
Otro partido que se antojaba como una final adelantada era el choque entre brasileños y holandeses. A priori, el equipo de Dunga había ilusionado a todos sus fanáticos con la posibilidad de alzarse por sexta con la Copa del Mundo. Sin embargo, los brasileños perdieron el rumbo en el partido contra Holanda. Después de haberse puesto en ventaja, los amazónicos se relajaron y dejaron crecer a un equipo que había empezado con ciertas dudas. El encuentro cambió por completo con el autogol de Felipe Melo, combinado con un terrible error en la salida de Julio Cesar. A partir de ahí, el conjunto de Van Marwijk se apoderó del juego y ya no lo soltó. Wesley Sneijder se eligió como la gran figura naranja al provocar el primer gol y marcar el segundo, confirmando la regla: dos cabezazos en el área siempre terminan en gol.
Tal vez, la eliminación de la verde amarela es más decepcionante que la de Argentina. A diferencia del equipo de Maradona, Brasil sí se veía sólido en todas sus líneas. Este Brasil era más efectivo que espectacular, su futbol carecía de belleza estética pero derrochaba orden y eficacia. Esto, combinado con las genialidades de jugadores como Kaká, Robinho o Luis Fabiano los hacía serios candidatos al título. Este tropiezo fue un golpe durísimo que forzó la renuncia de su técnico tan pronto terminó el encuentro.
Un partido que se veía un tanto disparejo en el papel era España-Paraguay. No obstante, fue mucho más que un trámite para los ibéricos. Los del Tata Martino salieron a la cancha con un orden táctico preciso y mucha gallardía, sabían que no podían competir por la tenencia del balón y que sus posibilidades de hacer daño estaban en la pelota parada y el contragolpe. Por otro lado, España no salió en su mejor día, no pudo imponer su juego, en parte por el buen accionar paraguayo, y se le veía ofuscado y sin variantes.
Fue partido muy cerrado, a falta de media hora el partido se abrió con una tanda de penales adelantada. Ni Tacuara Cardozo ni Xabi Alonso pudieron adelantar a sus respectivas escuadras desde los once pasos. No fue sino hasta el minuto 83, que España pudo romper el cerrojo guaraní con una gran escapada de Iniesta; éste dejó solo a Pedro quien remató al poste y no podía ser otro más que David Villa quien hiciera el gol más esperado por la afición española.
El mejor encuentro del mundial se disputó entre Ghana y Uruguay en el Soccer City. Fue una batalla épica, con todos los ingredientes para pasar a la historia como uno de los partidos más dramáticos de los mundiales. Con un zapatazo, Muntari puso a los africanos al frente poco antes de terminar el primer tiempo. El todo corazón Diego Forlán empató el cotejo en cobro de tiro libre, con cierta complicidad del arquero Kingson. A mi parecer, Ghana fue más punzante y peligroso con Asamoah Gyan y Kevin-Prince Boateng que Uruguay con la dupla Forlán-Suárez.
La paridad estuvo a punto de romperse en los últimos minutos de la prórroga. Los charrúas estaban ahogados y sólo aspiraban a llegar a los penales. Fue entonces cuando llegó el momento crucial del partido: la mano de Luis Suárez al remate de Adiyiah. Este recurso, que por su puesto le costó un penal en contra y la expulsión, le dio vida a Uruguay. La figura de los africanos, Asamoah Gyan, no pudo con toda la presión y mandó al travesaño su tiro penal. En ese momento, era más que evidente que Ghana se vendría abajo y Uruguay tendría más posibilidades de ganar. La tanda de penales fue la cereza del pastel. Gyan se redimió al marcar el primer penal de su equipo, pero sus compañeros no lo ayudaron al cobrar con muchos nervios sus respectivos cobros. Por otro lado, los uruguayos fueron más certeros y sólo erraron un disparo. El partido se definía en los pies de Sebastián “el Loco” Abreu, quien, como todos sabíamos, cobraría su penal suave y al centro. Parece que el portero nunca lo había visto tirar penales y se lanzó a adivinar, “el Loco” lo hizo a su manera y le dio el pase a semifinales a Uruguay. Qué manera de cerrar un partidazo.
Esperemos que las semifinales sean tan atractivas como los cuartos de final. Creo que Holanda es favorita sobre Uruguay, más aún por las bajas de Suárez y Fucile por suspensión, y las de Lugano y Lodeiro por lesión. A pesar de todo, Uruguay venderá cara la derrota. Por otro lado, creo que España está lista para dar ese gran paso, no sin antes sufrir contra una joven y rapidísima Alemania, que ha mostrado el mejor juego del mundial. De cualquier forma el espectáculo está garantizado.
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