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Clavería 22 celebró su 2do Aniversario y resultó un éxito. La combinación de bandas jóvenes con dos monstruos de la escena nacional prendió a las más de 200 personas que se dieron cita en el foro cultural independiente más importante del norte de la Ciudad de México. El show arrancó el viernes 31 de marzo por la tarde y culminó la madrugada del 2 de abril.
La Pre Fiesta
El 31 de marzo fue día para bandas independientes. La Pre fiesta contó con propuestas frescas llamadas a hacer mucho ruido. Abrió Lobo Alfa; el power trío de Santa Marta hizo suspirar a los asistentes con temas que hablan de amor y desamor, su vocalista, Ícaro Cuevas, cantó con más sentimiento que nunca.
Susana San Juan cambió por completo la noche. Hijos ilustrados de la rebeldía literaria. Con canciones llenas de protesta hicieron aplaudir a todo el respetable.
Con Plásmata la Pre Fiesta tomaba otros matices. Poderosos ejectutantes y una voz femenina que generaron la atención inmediata de todo el público. Las luces y el sentimiento generaban una atmósfera deliciosa en el lugar.
El cierre, mucho más festivo se dio con Oliver Ken. Ataviados con máscaras de luchador, shorts muy cortos (al estilo de los futbolistas de los 70's) llamaron la atención de inmediato. Se trataba de entretener. Su música, un bajo, una guitarra y beats. La fiesta era un hecho. Baile y alegría.
La Fiesta
El sábado fue el gran día. La Fiesta arrancó a las 4 de la tarde. Mal de Brujas, una de las bandas sorpresas logró su cometido. Su fusión de reggae, ska y rock encendió los ánimos. Las dos voces femeninas que encabezan el proyecto generaron tal efecto que pusieron a bailar a los asistentes.
Catrina Danz continuó con la diversión. Cali y Paul, dos muertos procedentes de la Revolución Mexicana llamaron la atención desde que se acercaron al micrófono. La batería y la guitarra fueron suficientes para hacer reír y poner a corear sus temas a los cada vez más fieles fans.
Era necesario algo más tranquilo para calmar los ánimos de un público cada vez más efusivo. Llegó Sebastián, un artista independiente de la ciudad que con sólo una guitarra y su voz generó aplausos y comentarios de sorpresa de todo el público.
Y de nuevo, para arriba. Oaxaca Brothers estaba ahí. Banda sorpresa que combina el funk con el jazz. Los saltos y gestos de sus virtuosos ejecutantes emocionaron a la gente. No era necesario que cantaran y menos que provocaran un slam. Con el sonido de sus instrumentos era más que suficiente.
Otro vaivén. Clavería 22 celebró la diversidad con Luisa Almaguer. Con su primer material recién presentado, mostró lo mejor de su repertorio. Un teclado y su voz fueron suficientes para arrancar el aplauso de la gente.
Y entonces sucedió. El momento del punk y la locura había llegado. Bangladesh estaba en casa y el respetable lo notaba. Sus canciones, llenas de rebeldía, gritos de dolor y locura prendieron. Esbozos de slam comenzaban a verse frente a ellos.
La gente pedía más y llegó Barbanegra. El micrófono dejó de ser exclusivo para los vocalistas. Los fans hicieron suyas las interpretaciones y en más se acercaron para cantarlas. El mosh ahí estaba. Saltos uno contra otro, empujones y abrazos.
Marino (Chingadazo de Kung Fu) estaba en Clavería. En su primer show post Vive Latino volvió locos a los asistentes. Cada tema fue coreado al unísono. Cada vez que tomaba el micrófono se le acercaban para compartirlo y hacerse escuchar mientras lo dedicaban con la mente a ese ser que en su momento fue querido.
Con Morochos había dudas. ¿Por qué iba a tocar entre dos bandas salidas del VL?, se preguntaron algunos. Su show las despejó, las hizo pedazos. A pesar de no ser del todo conocida por la mayoría, fueron capaces de captar su atención y lograr el cometido: calentar, provocar intensos slams antes de Dolores de Huevos y demostrar que pueden con eso y más. Mejor, imposible.
El tan esperado cierre llegó con Dolores de Huevos. Venían de presentarse en el Punk Rock Fest de Morelos. Para dos de sus integrantes era su tercer show del día. ¿Problemas por cansancio? ¡En absoluto! Su sola presencia era suficiente para enloquecer. Las guitarras, los bajos, la batería y... Manolín fueron de calle lo mejor de la noche. El mosh pit resultó tan intenso que varios miembros del staff tuvieron que hacer una valla humana para evitar que el equipo fuera dañado. Los monólogos del vocalista y el poder del resto de la banda dieron fin a una celebración épica.
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