Nostalgia, no mames

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Por: Ángel Armando Castellanos 'Araña'

O sea, llevo los últimos cuatro años renegando de ti y ya me estás pegando junto con un hijueputa desgraciado llamado viejazo. Me di cuenta hace un par de sábados pasados por la noche cuando mi amigo Iker dijo que el nuevo disco de Cuatro y Medio sonaba al happy punk viejito –¡mierda!, el happy de mi adolescencia ya es “viejito”- y que a diferencia del actual, sus temáticas están más cercanas al emo, el cual, por cierto, cumplió 10 años de haberse “acabado”.

Después de pensarlo, tengo que desmentirlo, porque la banda en la que toca –Barney Gombo- tiene letras como “se te olvidó enseñarme a estar sin ti” que –perdón, wey- siguen hablando de cosas muy parecidas a las que Alisson mencionaba en sus canciones de la década pasada.
Pero no vine aquí a despotricar contra mi amigo, sino a reconocer que probablemente la nostalgia nos está chingando.

Me refiero a que la música “nueva” que nos mama es en realidad una continuación de lo que escuchábamos en nuestra adolescencia. Está de huevos que el happy –aunque Iker diga que Barney Gombo es pop-punk- y el punk rock hayan tenido un resurgimiento en estos últimos tres o cuatro años. Fuera de eso y de que el hip hop esté sonando fuerte con cosas hechas acá no hay nada realmente “nuevo” que tenga como protagonista al sonido rockero. Ni siquiera Los Blenders o Señor Kino –dos bandotas en vivo- están generando algo inédito; al final del día retomaron el sonido garagero de hace no sé cuántas décadas y lo hicieron sonar “actual”.

No, esto ni de pedo quiere decir que tenemos que subirnos al mame del reggeaton porque “está de moda”. Como rockero de pelo largo, panza y playeras negras de bandas que soy me niego por completo a subirme a un tren sólo porque está pasando y el entorno dice que es la gran caca. Nunca me gustó hacerlo y prueba de ello es que renegaba completamente del happy cuando era adolescente porque era lo que sonaba en todos lados y encima “era” fresa.

¡Mierda! Me acabo de dar cuenta de que la descripción de arriba encaja perfecto con la de un señor de 40-50 años que habla de las pláticas de sus primos mayores sobre Avándaro. La única diferencia sea que ahora hay celulares, redes sociales y está chido hablar sobre feminismo y la comunidad LGBTTTIASQ+ mientras cuestionamos nuestra masculinidad.

Me preocupa tener 27 y sentirme viejo mientras reconozco que lo que escucho lleva rato sin proponer nada realmente nuevo. Creo que la última cosa que neta estaba tratando de romper algo fue LNG/SHT tocando con banda en vivo en el Circuito Indio de 2017. Me preocupa tanto como haberme inflamado por primera vez por cenar Chips moradas con pizza y Coca-Cola.

Neta, nostalgia, no mames…

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