El Tri
Categoría: NACIONAL | Fecha de Publicación: 14/10/2018 | Por: Ángel Armando Castellanos 'Araña'
Reseña - 50 años de historias en el Palacio de los Deportes
Andrés y su hermano Pedro ya pasan de los 50 años. Ayer fue uno de los días más tristes de su vida, Lucas, uno de sus hermanos, falleció. Visten de mezclilla, como 'chavos de onda' en el Palacio de los Deportes. A mitad del concierto del Tri la cerveza -con todo y que está diluida- ya hizo algún estrago en ellos. ¿Luto? "¡Ni madres! ¡A nuestro hermano le gustaba un chingo El Tri y venimos a homenajearlo también!", grita Andrés mientras levanta los brazos y sigue bailando al ritmo de 'El Rock Nunca Muere'.
Minutos después, otro fan que no pasa de los 20 años abraza a su novia. Alex Lora, que esta noche celebra los 50 años de El Tri, presenta a Javier Bátiz. En cuanto pronuncia su nombre, los jóvenes sonríen en forma pícara y grita "¡se me cansa el chile y le meto un lápiz!". En 1987, cuando la banda apenas estrenaba el tema ellos ni siquiera estaban planeados. Igual, confiesan que se saben casi de memoria la retaíla de rimas con leves tintes homofóbicos que anteceden a la canción en una de sus versiones más famosas.
¡Chingada madre! Minutos después de que el concierto de seis horas y media terminó, Sergio Flores periodista de El Universal, El Gráfico y lo que le pongan en frente postea en su Facebook que tenemos a El Tri que nos merecemos después de 50 años. El concierto va de lo sublime a lo infame, pasando por lo surrealista. Sergio, definitivamente, tiene razón. Sólo a Silverio y a Alex Lora se le permiten tantas mentadas de madre al público en una presentación, sólo que Alex no necesita encuerarse y Silverio nunca va a tocar ante 20 mil personas que sólo pagaron por verlo a él.
Hablando de pagar. Abraham le grita al mundo que es yucateco a un kilómetro a la redonda. "¡Gasté nueve mil pesos en venir a este concierto! El avión, el hotel de cinco estrellas y los boletos", expresa. Sólo le falta el tradicional "¡pelaná!" (NDR: la concha de tu madre) antes de empezar la frase para enfatizar su emoción. "Gano tres mil 400 pesos a la catorcena, soy encargado de mantenimiento en una empresa y fanático del Tri desde hace 11 años", confiesa. Su historia conmueve. No tiene más de 22 años y "ya soy el jefe de mi familia". Su realidad no la provocó la traición al "Enmascarado de Látex", que por cierto, no sonó en El Palacio de los Deportes. Papá era alcohólico, papá le pegaba a mamá, papá no daba ni para la comida, papá murió hace dos años. "Hace tres años le dije a mis amigos que iba a venir a los 50 años de El Tri. Ahorraba y ahorraba y tenía que pagar cosas en mi familia. Apenas hace año y medio empecé a juntar los nueve mil pesos para venirme con mi hermano; ya desde antes de que mi papá se muriera le pagaba los estudios. Ahora imagínate", asegura antes de abrazarlo y seguir cantando.
Metros más atrás hay un grupo de colombianos. Aparte del acento los delata su peculiar forma de hacer slam. "¡No se dice slam! Es moshpit y ustedes no lo saben hacer", grita uno de ellos a quien la marihuana y la cerveza ya le provocan lagunas mentales. Igual, lo está pasando muy bien.
Alex está en su fiesta particular, sólo que "se la pagaron" 20 mil personas. Por eso, porque es Alex Lora y porque está cumpliendo 50 años con su banda se da permiso de caer en ridiculeces tan grandes como invitar a un rappero al que su micrófono no le suena y provoca que se le entienda menos lo que INTENTA transmitir. De la misma manera logra instantes sublimes con la presentación de Armando Manzanero, poca voz, pero mucho sentimiento... hablamos de Alex, de Alex.
El mejor slam, -sí, hermano colombiano, slam- llega con el Panteón Rococó, no con Dr Shenka featuring Alex Lora, con todo el Panteón. Una locura.
Andrés Calamaro logra lo impensable durante varios minutos: ¡covers bien hechos! Su presencia junto a la de Alex Lora apendeja a cualquiera. "¡Pinches viejitos, si sí la mueven!", grita un señor que ya rebasa los 40 años y sonríe como imbécil ante tanta magia.
Una pareja de veinteañeros se turna para cargar a su nene de menos de dos años. Él no entiende un carajo, pero de repente balbucea alguna rola. Papá y mamá no se quedan en eso; se arma una rueda y junto a otro señor que carga a una nena, terminan en el centro. Alrededor, un montón de borrachos y marihuanos parecen rendirle tributo.
Rubén y Eduardo parece que tuvieran 40 años. Las canas les hacen lo que el viento a Juárez -también faltó la de 'Muchacho Chicho' en el concierto. Son gemelos y "ya tenemos casi 60 años". Su hermano es staff de El Tri y "nosotros somos rocanroleros desde chiquitos, porque aunque lleguen los corridos y esas pendejadas al barrio, el rocanrol siempre será del barrio", indica Rubén.
Ya van más de cinco horas de concierto y Alex todavía no se cansa. Un par de cuarentones se comen a besos como "si estuvieran en la secundaria". Su última muestra de cariño es la señal para que se vayan. El ruquito de 65 que es líder de El Tri sigue echando desmadre; ellos ya no pueden ni con sus labios. El instante coincide con una pelea de fanáticos en las gradas. Pasión, le llaman.
En eso, otra locura más del cantante que rocanrolea. Una de las 45 mil sonoras que existen en este país sube con él al escenario. Cantan "Sigo Siendo El Rey" y por increíble que parezca, la versión mariachi-rocanrolera suena a toda madre. José Alfredo seguramente la escuchó con un tequila desde el cielo, medio pedo, medio contento.
Cuando 'Las Piedras Rodantes' ya casi son las seis horas de concierto. Muchos salen del Palacio, ya van a dar las dos de la mañana. De fondo, en una de las salidas se escucha "ADO". Ya en el área de agosto y culerada de los taxistas una señora con su hija dice "sólo a Vicente Fernández lo he visto tocar tanto tiempo". La diferencia es que Alex Lora cuestiona que "si los de arriba están pendejos o qué" y Vicente pide aplausos para seguir cantando. Eso sí, "los de arriba" no han dejado de iluminar con los flashes de sus celulares y no lo harán hasta que deje de sonar la música en vivo...
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